El término diagnóstico procede de las partículas griegas diá, que significa “a través de”, y gnosis, que quiere decir “conocimiento”. Es decir, su significado etimológico es “conocimiento de alguna característica utilizando unos medios a través del tiempo o a lo largo de un proceso”.
Además, el adjetivo psicopedagógico implica que este conocimiento está relacionado con la psicología y la educación. De este modo, podemos definir el diagnóstico psicopedagógico como un proceso a través del cual se trata de describir, clasificar, predecir y, en su caso, explicar el comportamiento de un alumno en un contexto escolar. El diagnóstico incluye un conjunto de actividades de medición y evaluación de la persona o grupo, o de la institución con el fin de proporcionar una orientación.
Tradicionalmente, se ha considerado que el diagnóstico psicopedagógico tenía que centrarse únicamente en el alumno y en sus características personales. Actualmente, y desde los nuevos enfoques interaccionistas, ecológicos o sistémicos, se considera necesario tener en cuenta, además de lo anterior, el contexto educativo y social en el que está inmerso el alumno (familia, escuela y comunidad). Factores contextuales como las relaciones familiares, los profesores o el entorno social pueden estar influyendo en el rendimiento del alumno en la escuela y en su desarrollo.
La clasificación de Martínez (1993, citado en Cardona, 2006) establece tres dimensiones en el diagnóstico:
1. Personal. En el que se valora la salud física, desarrollo físico y madurativo del sujeto. El desarrollo intelectual, estilos de aprendizaje, estrategias de resolución de problemas, intereses, actitudes, rasgos de personalidad, habilidades sociales, entre otros.
2. Socioambiental. Abarca aspectos físicos y arquitectónicos del centro educativo, servicios especiales como orientación, diagnóstico, aulas de apoyo. En cuanto a la familia y los padres se valora la interacción familiar, estilo educativo, valores, percepciones expectativas, edades, etc.
3. Académica. Se centra en cuatro ámbitos: alumno, profesor, aula así como programas y medios educativos. Esto incluye: Motivación e interés por la escuela, adaptación escolar o académica, hábitos y técnicas de estudio, rendimiento académico, clima del aula: motivación, relaciones profesor-alumno y alumno-alumno, organización, control, competitividad, etc. Detección de necesidades, objetivos, contenidos, actividades, metodología, recursos, materiales y personales. Evaluación.
Estos aspectos son sistematizados mediante la elaboración de un reporte, en el que se especifica el proceso seguido desde la fase de diagnóstico, aplicación y logro de resultados. Conviene resaltar no sólo las conclusiones y resultados positivos, sino también aludir a las limitaciones encontradas.
El propósito del reporte consiste en proporcionar información a las personas interesadas y ayudarle a utilizarla. En él se debe incluir una relación de todo lo que se ha hecho, fecha y circunstancias: cómo se han llevado a cabo las distintas etapas del proyecto y las dificultades encontradas. Se pondrá de relieve los resultados que se han obtenido, o interpretación reflexiva y crítica de los mismos, las conclusiones que se pueden derivar del estudio, así como las posibles aplicaciones y las recomendaciones que se consideran convenientes para el futuro.
Además, el adjetivo psicopedagógico implica que este conocimiento está relacionado con la psicología y la educación. De este modo, podemos definir el diagnóstico psicopedagógico como un proceso a través del cual se trata de describir, clasificar, predecir y, en su caso, explicar el comportamiento de un alumno en un contexto escolar. El diagnóstico incluye un conjunto de actividades de medición y evaluación de la persona o grupo, o de la institución con el fin de proporcionar una orientación.
Tradicionalmente, se ha considerado que el diagnóstico psicopedagógico tenía que centrarse únicamente en el alumno y en sus características personales. Actualmente, y desde los nuevos enfoques interaccionistas, ecológicos o sistémicos, se considera necesario tener en cuenta, además de lo anterior, el contexto educativo y social en el que está inmerso el alumno (familia, escuela y comunidad). Factores contextuales como las relaciones familiares, los profesores o el entorno social pueden estar influyendo en el rendimiento del alumno en la escuela y en su desarrollo.
La clasificación de Martínez (1993, citado en Cardona, 2006) establece tres dimensiones en el diagnóstico:
1. Personal. En el que se valora la salud física, desarrollo físico y madurativo del sujeto. El desarrollo intelectual, estilos de aprendizaje, estrategias de resolución de problemas, intereses, actitudes, rasgos de personalidad, habilidades sociales, entre otros.
2. Socioambiental. Abarca aspectos físicos y arquitectónicos del centro educativo, servicios especiales como orientación, diagnóstico, aulas de apoyo. En cuanto a la familia y los padres se valora la interacción familiar, estilo educativo, valores, percepciones expectativas, edades, etc.
3. Académica. Se centra en cuatro ámbitos: alumno, profesor, aula así como programas y medios educativos. Esto incluye: Motivación e interés por la escuela, adaptación escolar o académica, hábitos y técnicas de estudio, rendimiento académico, clima del aula: motivación, relaciones profesor-alumno y alumno-alumno, organización, control, competitividad, etc. Detección de necesidades, objetivos, contenidos, actividades, metodología, recursos, materiales y personales. Evaluación.
Estos aspectos son sistematizados mediante la elaboración de un reporte, en el que se especifica el proceso seguido desde la fase de diagnóstico, aplicación y logro de resultados. Conviene resaltar no sólo las conclusiones y resultados positivos, sino también aludir a las limitaciones encontradas.
El propósito del reporte consiste en proporcionar información a las personas interesadas y ayudarle a utilizarla. En él se debe incluir una relación de todo lo que se ha hecho, fecha y circunstancias: cómo se han llevado a cabo las distintas etapas del proyecto y las dificultades encontradas. Se pondrá de relieve los resultados que se han obtenido, o interpretación reflexiva y crítica de los mismos, las conclusiones que se pueden derivar del estudio, así como las posibles aplicaciones y las recomendaciones que se consideran convenientes para el futuro.